Siempre lo mismo, una y otra vez. Como si la vida se transformase lenta y dolorosamente en un bucle sin fin difuminando así la diferencia entre un día y otro. Simples detalles son los que convierten un instante en "ligeramente" único pero, inevitablemente, igual.
La cobardía a lo "diferente" o a lo "no habitual" es lo que nos mantiene subidos a este tren cíclico mientras observamos fugazmente por la ventana como pasan los árboles ráudos e indiferentes y pensamos la manera de saltar, pero nunca saltamos.
A veces algún valiente se atreve a dar el paso y eso nos enfurece aun mas si cabe soñando en que, quizás, el próximo podrías ser tú. Lástima de pensamiento que dura tan solo el tiempo que tardamos en regresar a ese vagon de tren y darnos cuenta de que, mientras va pasando el tiempo, un nuevo barrote cegará nuestra ventana hasta convertirse en una carcel. La carcel de tu vida.
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